domingo, 27 de octubre de 2013

El hombre del saco

    Jorgito era un niño al que le encantaba jugar. Sacaba sus coches, puzzles, ositos y dinosaurios y los esturreaba por toda la habitación. Se podía pasar toda la tarde imaginando historias. Su madre le decía que tenía que recoger todos los juguetes cuando terminara de jugar pero Jorgito era demasiado perezoso. Siempre retrasaba el momento de recoger al día siguiente. Pero el día siguiente era vuelta a empezar a jugar.


Loli: - ¡Jorgito, recoge todos los juguetes!
Jorgito: - ¡NOOOO! ¡Mañana mamá!
Loli: - ¡Jorgito, cuando vuelva quiero ver todo recogido!

   
   Pero Jorgito era un niño desobediente. Al ver el desorden del cuarto, su abuela Chelo lo riñó mientras le ponía el pijama.
Abuela Chelo: - ¡Jorgito, has dejado todos tus juguetes en medio!
Jorgito: - No pasa nada, abuela. Mañana los recojo... si eso...


Abuela Chelo: - ¡Pero Jorgito! ¿No sabes lo que le pasa a los niños que desobedecen a sus padres?
Jorge: - No... ¿Qué les pasa?
Abuela Chelo: - El hombre del saco está al acecho... Siempre preparado para llevarse a los niños que no se portan bien.


   Esa noche Jorgito se tapó con las sábanas hasta la nariz. Su oído parecía más afinado aún en la penumbra. Escuchaba cualquier ruido por mínimo que fuera. Jorgito no podía dejar de pensar en lo que le había contado su abuela acerca del hombre del saco. ¿Sería verdad que ese hombre se llevaba a los niños en su saco? ¿Y con qué finalidad? Jorgito trató de cerrar los ojos y dormir...


  Pero entonces un ruido, proveniente de la ventana, como si alguien forcejeara en la cerradura, lo sobresaltó. Entonces lo vio allí parado frente a su cama. Su piel era oscura y su gesto de enfado. Vestía un roído traje negro y un chalequillo rojo a juego con el pañuelo que llevaba liado en la cabeza. Estaba descalzo y sus barbas estaban trenzadas como las de un terrible pirata. Jorgito se incorporó asustado. 
Jorgito: - ¿Qui-qui-quién eres?
Hombre del saco: - ¡Soy el hombre del saco y me llevo a los niños malos!
Jorgito: - ¡Pero yo no soy malo! ¡No me lleves! ¡Prometo que recogeré todos los juguetes!...


Hombre del saco: - Ahora ya es demasiado tarde... Echaré tu ropa para que te vistas...
Jorgito: - ¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!


   El hombre del saco arrastró su saco con Jorgito dentr hasta lo más profundo del bosque. Jorgito gritaba y lloraba pero fue inútil nadie lo podía escuchar. Se pararon frente a una casita de piedra escondida entre unos pinos. El hombre del saco llamó a la puerta. 


Calpurnia: - ¡Querido!
Hombre del saco: - ¿Puedo pasar?
Calpurnia: - ¡Por supuesto! ¡Vienes cargado! 
Hombre del saco: - Sí, he venido a verte antes de pasar por casa.


Payaso Demonio Junior: - ¡Hola!
Hombre del saco: - ¿Y este?
Calpurnia: - Es mi sobrino. El hijo de mi hermana Calíope. Me he tenido que quedar con él el fin de semana...
Hombre del saco: - ¿No tocará mi mercancia?
Calpurnia: - Es muy obediente, tranquilo.


Hombre del saco: - ¿Dónde puedo dejar esto?
Calpurnia: - Ponlo por ahí, debajo de aquella mesa...
Jorgito: - ¡Ayudameee!
PD Junior: - ¿Es un niño?
Calpurnia: - ¡No te acerques a él!


Hombre del saco: - ¡Para adentro!
PD Junior: - ¿Por qué lo metes ahí?
Hombre del saco: - ¿Sabes lo que les pasa a los niños preguntones?
PD Junior: - No...
Hombre del saco: - ¡Se les caen dedos de las manos y de los pies!
PD Junior: - Yo no soy un niño... No creo que a mí me afecte...


Calpurnia: - ¡Junior, tengo que atender asuntos urgentes con el hombre del saco! Ponte a barrer toda la sala y hasta que no te reflejes en el suelo de limpio, no pares...
PD Junior: - Pero...
Calpurnia: - ¡Ya me has oído! ¡Ah! Y nada de acercarse al saco... ¡Te lo advierto! Si no le diré a tu madre que te has portado mal y que no te vuelva a traer...


Calpurnia: - ¡Vamos, querido!
Hombre del saco: - ¡Uhhs!
Calpurnia: - ¿A qué esperas? ¡A por la escoba, Junior!


   Junior se puso a barrer. Aquella sala era enorme y esa tarea le resultaba muy aburrida. Cuando su madre le dijo que  ella y su padre debían viajar y pasaría el fin de semana con su tía, se imaginó algo mucho más divertido. Su tía practicaba la brujería, cosa que su madre había dejado de lado desde que se casó, porque su padre decía que todo aquello era peligroso y que tenían que vivir como una familia normal. Pero Junior sabía que ellos no eran normales. Su tío Vicrogo había convencido a sus padres, para que inscribieran a Junior en un colegio público. Pero pese a sus esfuerzos por hacer amigos, desde el primer día los niños "normales" lo habían tratado como a un bicho raro, por eso no tenía ningún amigo. Siempre estaba rodeado de adultos. Le fascinaba los libros y pontigues de la casa de su tía. Ella sabía que su familia no era normal. Tenían un don y así se lo hacía saber a su sobrino.


   De la habitación contigua se escuchaban voces de su tía y el hombre del saco. Parecían divertirse. La tía le pedía al hombre del saco que no parara. PD Junior se imaginaba que estarían jugando a algún juego muy divertido y mientras él barriendo muerto del aburrimiento y solo.


   ¿Pero realmente estaba solo? Escuchaba sollozar a aquel niño que había traído el amigo de su tía. PD Junior miró hacia el abultado saco.


   Como si una fuerza magnética lo atrajera hacia ese saco, se acercó desobedeciendo las advertencias de su tía. 


PD Junior: - No llores... ¿Cómo te llamas?
Jorgito: - Me llamo Jorgito... (Le contestó entre quejidos).


PD Junior: - Yo me llamo Payaso Demonio. Aunque todos me dicen Junior, para no confundirme con mi papá... ¿Tú no tienes papá ni mamá?
Jorgito: -  ¡Sí, que tengo! Pero ese hombre vino a casa y me llevó en su saco y ya nunca los volveré a ver ni a mi abuelita, buahhhhhh... (Jorgito se puso a lloriquear)...
PD Junior: - Ese hombre es amigo de mi tía... Aunque ¿sabes qué?... Creo que a mi tía le gusta... Le cambia la voz cuando está delante de él y el otro día se puso colorada cuando mi mamá le preguntó por él... Yo no tengo amigos. En el colegio dicen que soy raro y me insultan... ¿Tú quieres ser mi amigo?
Jorgito: - Yo lo que quiero es ir con mi mamá... Ayúdame a salir de este saco, por favor...
PD Junior: - ¡Eso es fácil!


PD Junior: - Dame las manos... Ayyyyy... 


Jorgito: - ¡AHHH!
PD Junior: - ¡Cuidado! ¡No te caigas!


Jorgito: - ¡Gracias! Tu piel es muy pálida y tu pelo verde. Eres... extraño... Pero me has ayudado y eso sólo lo hace un buen amigo.
PD Junior: - ¡Viva! ¡Soy tu amigo! ¡Haremos cosas de amigos!


PD Junior: - ¡Ven! ¡Te enseñaré todas las cosas chulas que tiene mi tía y con las que yo juego!
Jorgito: - ¡Pero...! ¡Yo quiero irme!


PD Junior: - Mira... Esto sirve para ver las estrellas como si estuvieran tan cerca que casi se pueden tocar...


PD Junior: - Y esto otro son mis mascotas: serpientes y lagartos... ¡Son impresionantes! Mi tía utiliza su veneno para cremas que le hagan estar más guapa... Aunque la verdad... no parecen hacerle mucho efecto...
Jorgito: - ¿Son... de verdad?... ¡Upps!...


PD Junior: - Y acá tengo otra cosa...
Jorgito: - ¡Esperaaa!


PD Junior: - Ayúdame a subir para que alcance ese estante...


PD Junior: - ¡Este libro contiene descripciones e ilustraciones de todos los monstruos del mundo!


Jorgito: - ¡Monstruos!

PD Junior: - Te puedo enseñar uno que tiene mi tía enjaulado en el sótano...
Jorgito: - ¡¿Un monstruo?!... Yo... ¡Tengo mucha prisa!... ¡Tengo que ir con mi mamá!


   Jorgito salió corriendo, como alma que lleva el diablo, ante los ojos atónitos y decepcionados de PD Junior, que veía como su único y fugaz amigo se alejaba.
PD Junior: - ¡Pero no te vayas! ¡Te puedo invitar mañana a merendar! Mi tía tiene zumo de murciélago o alitas de libélula crujientes para picar...

   
 Pero Jorgito huyó sin mirar atrás. Al escuchar un portazo, Calpurnia despertó sobresaltada del estado de sopor en que la pasión del hombre del saco la había dejado.


   Se levantó y encontró a PD Junior sentado junto al fuego entretenido jugando solo a la güija. El saco estaba tirado en el suelo, sin rastro de aquel niño.


Calpurnia: - ¡Pero Junior! ¿Qué ha pasado con el niño del saco?
PD Junior: -  Tenía mucha prisa... Decía que lo esperaba su mamá...
Calpurnia: - ¡Él solo no ha podido salir de ese saco! ¡Ningún niño consigue escapar del saco del hombre del saco!
PD Junior: - ... Yo lo ayudé... Quería ser su amigo... Pero creo que no le gustan las alas de libélula ni el zumo de murciélago, porque ni siquiera respondió a mi invitación para merendar...


Calpurnia: - ¡Juniorrrr!...
PD Junior: - ¿Se lo dirás al hombre del saco? ¿Se me caerás los dedos de las manos y de los pies, tía Calpurnia?... Yo solo quería tener un amigo...
Calpurnia: - Yo me encargaré de hablar con él... Dejámelo a mí, Junior...


Esa misma noche el hombre del saco se puso furioso a preguntar por su presa cuando descubrió el saco vacío.
Hombre del saco: - ¡¿Y el crío?!
Calpurnia: - Tizón dejó caer el libro de los hechizos en el saco y deshizo el hechizo del saco escapando la criatura...
Hombre del saco: - ¡Maldito gato!... ¡Grrrrrrrrrrr!... Debí marcharme directo a casa...


Calpurnia: - Ahora te arrepientes del rato que hemos pasado...
Hombre del saco: - No, no es eso... Pero...
Calpurnia: - Ya cogerás mañana a otro niño... Hombretón mío...
  Calpurnia pestañeó seductora dejando fuera de juego al hombre del saco.


   No muy lejos de allí montones de sacos con niños se amontonaban en una sala de azulejos color hueso con hermosos dibujos de espigas de trigo, mariposas y escenas de la siembra.


   El hombre del saco llegó a su guarida. Esa vez el saco iba vacío. No había habido suerte.


   Eligió a su victima entre los gimoteantes pequeños atrapados.
Hombre del saco: - ¡Tú!


Hombre del saco: - Tocarás la flauta...


   La niña se lamentó mientras el hombre del saco tomaba asiento en su vieja mecedora de madera de nogal.
Niña: - ¡Pero yo no sé tocar la flauta!
Hombre del saco: - ¡Empieza!


  La niña se puso a soplar emitiendo chirriantes sonidos.


Hombre del saco: - ¡No! ¡No! ¡Y no! ¡Así no! ¡Tendrás que esmerarte más si quieres formar parte de la banda!


   El hombre del saco estaba obsesionado en organizar una banda infantil de música para cantar villancicos en Navidad. En su delirio había llegado a secuestrar a decenas de niños desobedientes de todo el mundo, con el único fin de adiestrarlos en la música.
Hombre del saco: - Esta Navidad estrenamos y estáis muy verdes. ¡Tenemos que ensayar más! ¡Necesito a otro niño! Ese crío... Nadie escapa del hombre del saco...
 Los niños tocaban aterrorizados...


   ¡Ay de aquellos torpes que conseguían terminar con la paciencia del hombre del saco! El final de aquellas criaturas descuartizadas era la gigantesca cazuela de cobre...


Jorgito: - ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
  Jorgito se despertó gritando y una luz en el pasillo se encendió.


 Jorgito: - ¡Abuela! ¡El hombre del saco! ¡Vino a por mí! ¡Y estuve en la casa de una bruja! ¡Y había un niño muy extraño que me ayudó!...
Abuela Chelo: - Cariño, ha sido una pesadilla... El hombre del saco no ha venido...
Jorgito: - Pero dejé todos los juguetes sin recoger...


Abuela Chelo: - Tranquilo, mi niño, ya los he recogido yo por ti... Por esta vez, engañaremos al hombre del saco... Y ahora duerme, mi tesoro... Dejaré la luz del pasillo un rato encendida, para que no tengas miedo.



Jorgito se tapó de nuevo. ¿Habría sido todo una pesadilla? ¿Nunca había estado en la casa de esa bruja? ¿Ni había conocido a ese niño?Aún estaba muy asustado. Pero el cansancio acabó apoderándose de él...


   Y justo en ese momento la puerta del armario se abrió...
Hombre del saco: - ¡Al hombre del saco nunca se le engaña! Jujujujujuju...


                               ¡Dulces pesadillas!
                                                                           
                                         FIN