martes, 4 de marzo de 2014

Carta a Yuriko

Querida amiga,


   Han pasado ya casi dos años de mi viaje a Oriente. ¡Cómo pasa el tiempo! Desde que nos separamos, he tratado de contestar a todas tus cartas. Lamento haberme retrasado en responder a las últimas. Pero me han acontecido diversos sucesos que ahora pasaré a relatarte y que han sido los culpables de que mi mente haya estado muy ocupada.

 En mi última carta te hablaba de Francesco, un click italiano al que conocí en el hotel en el que veraneé y con el que mantuve un romance. Debo confesarte que fue solo algo pasajero, que finalizó con el fin del verano. No he vuelto a tener noticias de él y francamente yo tampoco he querido alargar un capítulo que creo que ya está más que cerrado. 


 Por lo demás, la vida en Clisandia ha continuado. He salido en los últimos meses un par de veces a navegar a alta mar pero el mal tiempo me ha impedido hacerlo más. Ya sabes que no temo las tormentas, en ellas a veces encuentro más paz que en la propia calma, pero en los últimos meses una extraña sensación me ha hecho sentir un miedo inusual, como un mal presagio, que me ha hecho preferir quedarme en tierra. Como consecuencia, mi vida social entre Clisandia y Wensuland se ha visto incremetada. Ha contribudo a ello la llegada hace unos meses de una joven pareja al mismo bloque en el que viven Diamante y Sus. Pese a que son algo extraños (no salen de su casa, salvo de noche; son bastante delicados en cuanto a la comida y su aspecto es de una palidez y belleza inusual), hemos congeniado muy bien con ellos. Sus y Diamante los invitaron a cenar varias veces a su casa, permitiéndonos conocerlos más. Mi buen amigo Wen desde que conoció a Sinéad, sólo parece tener ojos para ella. Es como si un lazo invisible lo uniera a ella irremediablamente. Ya no quiere salir a pescar y pasa horas encerrado en su cuarto. No sé cómo Estrella no se ha dado cuenta de su extraño comportamiento. 
  Como con Wen no puedo contar demasiado y los piratas andan cada uno ocupado con sus cosas: Othello pendiente de Fatu y disfrutando del momento dulce ante su futura paternidad; Duque viajando por medio mundo con Lilu y el resto con sus quehaceres cotidianos, he decidido dedicarme a otros nuevos intereses. Desde hace un tiempo mi pasión por las motos ha aumentado. Eros, así es como se llama el vecino de Sus, comparte conmigo mi nuevo hobby. Le encanta la velocidad y sabe muchísimo sobre motores, cilindros y potencia. Se ofreció a enseñarme todo lo que conoce y a llevarme a los sitios más fascinantes para los moteros. Nos hemos hecho buenos amigos.

 Es difícil explicar lo que siento cuando subo en la moto pero voy a tratar de explicártelo. Cascos, guantes, cazadora y botas... ocho de la tarde. El sol ya casi se escondió del todo. Es una noche de sábado pero no es una noche más. Eros aparece a la vuelta de la esquina en su moto. Caliento la mía, me monto y desconexión, desconexión total. Primera para abajo y suelto embrague, los problemas se han quedado atrás; ya no me alcanzan. Ahora estamos ella y yo solas. Ahora vamos a pasarlo bien. Siento una enorme sensación de libertad. No pienso en el destino ni en el momento de llegada. No existe un destino. Lo importante es el camino. Me siento parte integrada del paisaje y todo lo que me rodea. Una enorme paz me invade.
De repente vemos un hermoso lugar donde parar. Eros detiene su moto. Le alcanzo y me pongo junto a él. Los dos nos bajamos de las motos y nos recreamos con el paisaje tratando de respirar cada instante. Eros me pregunta:
Eros: - ¿Qué tal va?...
Duclack: - Bien, un poco brusca a veces pero muy bien. ¿La tuya?
Eros: - Bien también...

Subimos al mirador. Contemplamos el horizonte hasta perderse en penumbras. La luna brilla en el cielo. La carretera nos espera.
Tales son las sensaciones que siento sobre la moto. Mi compañero de ruta se ha convertido en casi mi hermano. Disfruto mucho de las conversaciones moteras con él. Gracias a él, he aprendido todo lo que sé sobre motos y he conocido y visto lugares que jamás imaginé.

 El pasado domingo al anochecer Eros y yo salimos con las motos, como siempre sin rumbo fijo. Descubrimos una nueva carretera de curvas continúas y sin fin, un auténtico éxtasis de placer para cualquier motero. Habíamos recorrido bastantes kilómetros cuando por el espejo retrovisor vimos las siluetas de un grupo de los nuestros. Dos dedos colocados de una manera especial sobre la moto y el sentimiento de hermandad surge. Devolvemos el gesto con nuestros dedos también en forma de V. Bajamos de las motos y el que parecía el lider de la tribu se presentó.

César: - Estáis lejos de la nacional. ¿Vais a la concentración de Saldanca?
Duclack: - No, sólo dábamos una vuelta...
César: - Mi nombre es César. Mi grupo y yo vamos camino de la concentración de motos que se celebra el fin de semana que viene en Saldanca. Vamos despacio y disfrutando del camino. Hemos hecho un alto para pasar la noche. Acampamos en un bosque cerca de aquí. ¿Queréis tomaros algo con nosotros?
    Miré a Eros y pese a su seriedad me pareció que asentía con su mirada.
Duclack: - Está bien.

César: - Tenéis cerveza fresca en esa nevera y deliciosa pizza fría. Coged lo que queráis. Servios vosotros mismos con total confianza y sentaos.

    Dentro de la tienda asomaba una chica recostada en un saco de dormir. Se incorporó un poco para vernos mejor desde su posición e hizo un gesto con un dedo al motero moreno de larga barba. Este entró a la tienda y se sentó a su lado abarcándola con sus brazos. Fuera otra pareja de moteros se daban arrumacos.

 Cogí una cerveza de la nevera. Eros declinó educadamente. Nunca bebía alcohol pero tampoco quiso de los refrescos y agua que le ofrecieron.

 Conversamos hasta casi la medianoche con aquellos moteros. Es curioso la relación de hermandad que se establece entre aquellos que comparten la pasión por las dos ruedas. Sin embargo, noté a Eros algo inquieto. No habló demasiado. Sentí como si algo le perturbara de aquellas gentes.
 Cuando nos fuimos, César me dio la mano. Nuestros caminos se separaban. Se despidió con una frase.
César: - Hasta que la carretera nos una de nuevo.

Esta noche he soñado con aquellos moteros. Hay algo misterioso en César que me atrae. Le he pedido a Eros que me acompañe a la concentración de Saldanca. Me gustaría ir allí. Pero aún no me ha querido dar una respuesta. Creo que se siente culpable de haber dejado a Sinéad un poco sola las últimas semanas. Es una chica realmente sensible y parecía triste la última vez que la vi, por otro lado ella también pasa bastante tiempo con Wen. No estoy celosa pero siento que Wen ya no es el mismo. En realidad, creo que los dos hemos cambiado desde que conocimos a Sinéad y a Eros... Espero que esto no afecte a nuestra amistad. 
  Contarte todo esto me sirve como desahogo, querida Yuriko. Sabes que aquí tienes tu casa y que puedes venir cuando desees. Te dejo, porque tengo clase de meditación con tu tío Juan y ya sabes como se enfada cuando alguien no es puntual. 

Un fuerte abrazo,

                                                          Duclack

 

5 comentarios:

  1. De verdad, como puedes tener tanto material?? Es increíble, me encanta y disfruto un montón!! Menuda puesta al día que ha hecho en su carta, yo tendría cuidado con esos "vampirillos", que tienen toda la pinta de serlo. Que suerte de poder navegar, pero lo de las motos... que miedo me dan!! Aunque son tan bonitas... Besos!!

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  2. Me ha dado envidia. La forma en la que has explicado el viaje, la experiencia de salir con la moto y ser libre. Debe ser genial, montar en tu moto y salir sin rumbo fijo, disfrutando del paisaje y dejando atrás todos los problemas. Eros y Duclack han congeniado muy bien. Esas motos que has elegido para ellos son ideales, van con su personalidad. César me encanta, es un custom chulísimo. Me gustaría saber más de él, de su vida...creo que podrá ser muy interesante. A ver que tal les va en la concentración. Creo que Eros se sentía incómodo por la cantidad de personas que le rodeaban, tiene mucho aguante. El pobre, sin beber ni comer nada...Duclack ya sospecha que algo extraño ocurre con él y Sinéad. Al ser una carta para Yuriko (personaje que me encantaría volver en alguna historia :)), podemos adentrarnos en los pensamientos y sentimientos de Duclack. Siente que Wen y ella se han distanciado un poco con la llegada de Sinéad y Eros a sus vidas. No le falla la intuición y sabe que algo está ocurriendo. Me da cosa, por todo lo que cuenta la veo más sola, todos ocupados con sus vidas. Seguro que si Sus, Wen o Diamante se enteran de que se siente así, no dudarían en intentar que eso cambiase. Las fotos me gustan mucho, Duclack con ese atuendo motero está muy sexy. Es una historia corta, pero que cuenta muchas cosas y abre muchos interrogantes. Estoy deseando saber como irá esa concentración!!!

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  3. Me encanta recordar el viaje a Oriente de Duclack, una de las primeras entradas con las que te conocí y que me animaron a hacer mi propio blog. Se ve que Duclack ha hecho muy buenas migas con Yuriko, a ver que le responde ella. Poco a poco has ido introduciendo la pasión de Duclack por las motos, muy interesante. Me ha encantado cómo describías los viajes en moto, me has hecho sentirme en paz y como si estuviera ahí, tus palabras son muy profundas. Y ese encuentro con otros moteros no ha sido nada menos que interesante, ya puedes hacer un diorama con el tema de motos y concentraciones. Saludos!

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  4. La faceta motero de Duclack es para mí sorprendente, en realidad no es tan raro, ella es una clack pirata, que como dice no solamente no teme a las tormentas sino que en medio de ellas puede encontrar una calma imposible para otros. La libertad que nota junto a Eros pateando los caminos moteros es evidente, en la historia casi he podido notar el viendo de la noche dándome en la cara y he sentido un poquitín de envidia... las relaciones se están volviendo complicadas, Wen y Estrella por un lado, Sinéad y Eros por otro, y en medio de todos Duclack, acompañada pero sola, amiga, amante, ¿qué? Es muy bonito cómo a través de la carta a Yuriko se describe perfectamente esa sensación que tiene de estar y no estar, mezcla de dulzura y una punzada amarga que se comprende con tanta facilidad. Un relato precioso.

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  5. Me ha sorprendido mucho encontrarme con esta entrada, pues no tenía ni idea de que existía. me encanta, me gusta muchísimo que Duclack le escriba todo esto a su amiga, explicándole cómo están las cosas desde su punto de vista. Cuando Duclack habla de lo que siente cuando se sube en la moto, me da envidia... e incluso puedo experimentar lo que ella siente. Además, me gusta mucho que Eros y ella cada vez sean más amigos. También me ha complacido la intervención del grupo de moteros. Es verdad que es como una hermandad, como que enseguida surge la confianza. Espero que ésta no sea la última aventura que Eros y Duclack viven. Gracias por esta entrada, de veras. ¡Espero más episodios!

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