viernes, 12 de septiembre de 2014

Un regalo inesperado

  Wen y Sus llevaron a Duclack hasta el puerto. No habían querido decirle nada acerca del lugar al que iban. Pero ella intuía que se trataba de algo muy especial. Sus y Wen llevaban unos días un poco misteriosos coincidiendo con la fecha que se aproximaba del cumpleaños de Duclack. También había notado extraños a sus marineros: Othello y sus hermanos, Duque, Carmelo, Tina, Félix, Renzo, hasta Cocobo parecía últimamente más inquieto de lo normal...

  Por fin llegaron al puerto. Al quitarle la venda que le impedía ver, ante los ojos de Duclack se alzó una ingente sombra tapada por una sábana blanca. Duclack no pudo reprimir un grito cuando a la señal de Wen alguien cortó las cuerdas que ataban la tela y la dejó caer descubriéndose un enorme y precioso barco que entre todos habían construido para su capitana.

Sus: - ¿Te gusta?
Duclack: - ¡Es increíble!...
Wen: - Los chicos han estado los últimos meses trabajando duro para que estuviera a punto por tu cumpleaños...
Duclack: - ¿Pero?... Un barco así... Debe costar una fortuna...
Wen: - Sus y yo teníamos unos ahorrillos y gracias a otra buena amiga que también conoces...
Duclack: - ... Sinéad
Wen: - Sí...  Pudimos financiar la compra de materiales y toda la construcción...
Duclack: - ¿Y cómo se os ocurrió?
Sus: - Hacía mucho que nos rondaba la idea y hablando con Hércules, él nos animó a hacerlo realidad.
Wen: - Una buena capitana necesita un buen barco...

 Diamante y Duque llamaron a su capitana y la animaron a apresurarse para subir a bordo. 

Tina y Tom se pusieron a recoger la enorme sábana que antes cubría el barco... Y Duclack corrió a cruzar la pasarela que separaba el puerto del barco...
Diamante y Duque la ayudaron a subir al barco.
Duque: - ¡Vamos, capitana!
Duclack: - ¡Gracias!
Diamante: - ¿Qué te parece? ¿Te gusta?


Duclack: - ¿Si me gusta? ¡Me encantaaaaaa!
Diamante: - Revisa todo a ver si está a tu gusto, capitana...
Duque: - Hemos guardado algunos víveres para nuestro próximo viaje...
Duclack: - Es amplio...
 Duclack: - ¡Y los cañones son una pasada!

 Duclack corrió a proa.Quería ver, tocar y disfrutar cada rincón del barco.

 Subió por el montacargas acompañada de Rencito hasta lo más alto. Saludó a Othello y divisó desde allí el inmenso océano. Después se deslizó por las cuerdas hasta la otra punta donde la esperaba Félix, al que saludó también. Bajó a continuación por las cuerdas ligera y rápida, para seguir disfrutando de su revisión del barco.
  
   Cuando bajó de nuevo al casco Carmelo la animó a entrar al camarote. Siempre deseó tener un camarote propio. La decoración de aquel tenía el buen gusto de las manos de Sus y la ayuda de Irene. Era un coqueto camarote con una cama sobre la que Duclack saltó feliz como una niña. La cama estaba decorada con cuatro pomos dorados en cada esquina, detalle de Sus. Duclack se levantó y se puso a conversar animada con Irene sobre cada detalle. Se sentó en el confortable asiento y se puso a imaginar las reuniones futuras con sus clicks de confianza alrededor de esa mesa, en las que planearían viajes e incursiones en islas en busca de tesoros.
  
Subió después arriba para ponerse al frente del timón. Su padre Duclón y la madre de Diamante, Salma, se acercaron para felicitarla por su cumpleaños y hablar con ella.
Duclón: - Hija, ¿estás feliz?
Duclack: - ¡Sí, papá, mucho!
Duclón: - Ya tienes tu propio barco... Ahora sí, eres una auténtica capitana, hija mía.

   Duclack se puso a mirar el escudo de oro traído de las Indias y la pintura del soberbio Poseidón que adornaban la popa. Hércules apoyado en la barandilla no le quitaba ojo. En cuanto tuvo ocasión le agredeció también su colaboración e idea.
 
  Duclack agarró de nuevo el timón y todos sus marineros la rodearon. Diamante tomó la palabra.
Diamante: - Capitana, este barco es fruto del trabajo de todos. Todos hemos puesto nuestro granito de arena. Queremos que lo disfrutes y que nos haga vivir muchas aventuras juntos. Y ahora qué suban los principales culpables de que haya sido posible este sueño de todos...
 Duclack se emocionó al ver subir a popa a Wen, Sus y Sinéad entre los aplausos de todo. Se fundió en un abrazo con ellos y no pudo reprimir alguna lágrimilla de felicidad.
Duclack: - ¡Tengo los mejores amigos!
 Les dio las gracias a todos y celebraron la primera gran fiesta de ese magnífico barco, al que bautizaron con el nombre de Luna Roja.
  Aquel día sería el comienzo de muchas nuevas aventuras pero antes Duclack se tendría que enfrentar a la difícil tarea de elegir a los mejores de entre los mejores para formar la nueva tripulación de su barco. Pero eso es otra historia por contar...
FIN

¡Gracias a las grandes personas que hay detrás de Wensus y de Sinéad por este gran regalo!