jueves, 26 de julio de 2018

Pradito: 8. El regreso (Final de esta historia)

Desde que Pradito había salido de nuestras vidas, Sebastián y yo nos habíamos sumergido en una rutina de días grises.
Había perdido incluso el apetito.
Todo me recordaba a ella.
Sebastián no decía nada pero estaba mustio también. Se limitaba a hacer sus tareas.
Los días pasaban y no lograba olvidar a esa pequeña y los alegres días que vivimos con ella en esta casa.
A eso se unía un sentimiento de culpa y pesar.  Me preguntaba si se habría adaptado al internado.
Me pasaba el día tumbada, sin ganas de salir ni hacer nada.
Por las noches no hacía más que recordar las palabras de ella rogándome quedarse conmigo y Sebastián y pidiéndome que no la llevara con las monjas.
Duclack: - Pradito...
Una mañana más, tirada en el sofá, llamaron a la puerta. Sebastián fue a abrir.
De repente, apareció todo nervioso para anunciarme una visita inesperada.
Sebastián: - ¡Son dos hermas del internado de Pradito!
Duclack: - ¡Eh! ¡Hazlas pasar! No, mejor, espera que subo arriba. Voy a ponerme algo de ropa más aparente para recibirlas. Tú pásalas aquí y ofreceles algo para tomar mientras bajo.
Sebastián: - ¿Desean tomar algo?
Sor Tecla: - Un vaso de agua fresca. Hemos pasado mucho calor. La hermana Sor Josefa tomará otro.
Sebastián: - De acuerdo.
Sor Tecla: - ¡Ay, qué se acerca a olerme la falda el bicho este!
Duclack: - Disculpen la espera, hermanas.
Sor Tecla: - ¡No pasa nada! ¿Pero podría quitarme el leopardo de encima?
Duclack: - ¡Oh! ¡Tranquila, hermana! No hace nada. Es muy cariñoso y quiere que lo acaricie. Tinger, siéntate y no seas pesado con las hermanas.
Duclack: - ¿En qué puedo ayudarlas? ¿Traen noticias de Pradito? ¿Cómo está?
Sor Tecla:  - Verá, la niña ahora está bien, al menos lo que es su salud física. Pero lamentablemente no podemos decir lo mismo de su estado emocional. Ha pasado una crisis que le hizo estar en cama con una fiebre muy alta durante días. El caso es que no se termina de adaptar al internado y todas sus normas. Es demasiado... como diría yo... salvaje. Mira que hemos conseguido educar a niñas terribles pero con ella parece imposible. Es incapaz de aprender nada y claro, ninguna familia quiere adoptarla cuando descubren el carácter tan rebelde que se gasta. Nosotras estábamos dispuestas a utilizar todas nuestras armas para amansarla. La madre superiora cree que tiene el mismo demonio en el cuerpo y que necesita de un exorcismo. Pero la hermana Sor Mª Brígida, la más anciana de nuestra congregación, ha hablado con ella y me ha pedido que venga a hablar con usted. Ella piensa que la niña tiene que volver con usted, que es la única que sabe llevarla y lo más importante la única con la que esa niña podrá ser feliz.
Duclack: - No entiendo... Yo... Lo cierto es que no llevo una vida precisamente ordenada e ideal para educar a una niña...
Sor Tecla: - Lo sabemos. La hemos investigado un poco y sabemos que es soltera y vive aquí sola con ese criado suyo. También lo de su trabajo de... pirata. Pero tratándose de una niña como Pradito, ese es un mal menor. Estamos dispuestas a hacer una excepción y darle su adopción si está interesada en ella. ¿Usted quiere a esa niña? Problemas de dinero parece que no tiene, a juzgar por esta casa. ¿Pero cree que se podría hacer cargo de ella?
Sebastián había permanecido en silencio junto a la puerta escuchando muy atento.
En ese momento interrumpió.
Sebastián: - Mi capitana, hágalo. La he visto cuidar de esa niña y Pradito no podría encontrar una madre mejor.
Duclack: - Me encantaría pero... Es una decisión tan importante... Hmm, ¡Está bien! ¡Sí, quiero! Estoy dispuesta a aventurarme en esto. Quiero un montón a esa niña. Me he dado cuenta con su ausencia.  Me gustaría iniciar los trámites necesarios para adoptarla. 
Sor Tecla: - Entonces firme aquí y tendrá su custodia en acogida durante tres meses, una especie de prueba. Si todo va bien, podrá iniciar los trámites para adoptarla pasado ese tiempo.
Duclack: - ¡Hecho!
Sebastián: - ¡Bien!
Sor Tecla: - Pues ya está todo. No se demore. Puede ir hoy mismo a por ella. Seguro que ambas lo están deseando (y nosotras también).
Duclack: - Se nos avecina una buena pero estoy feliz. ¡Pradito vuelve a casa!
Sebastián: - ¡Seeeeeeh! ¡Juntos lograremos que sea feliz!
Duclack: - ¡AHHH! Jajajajajajajaja
Sebastián: - Jajajajajaja
Pradito estaba sentada en la escalera. Le habían permitido salir al jardín con las otras niñas pero ella mismo había preferido no hacerlo. Estaba inmersa en lejanos pensamientos. Sor Mª Brígida se acercó a ella.
Sor Mª Brígida: - Parece que está muy sola.
Pradito: - A veces se está mejor sola...
Sor Mª Brígida: - No, sí se puede estar en buena compañía...
Duclack: - Pradito...
Pradito: - ¡Duclack!
Duclack: - ¡Ven aquí!
Pradito: - ¿Has venido a verme? Te he echado mucho de menos. Tengo un montón de cosas que contarte...
Duclack: - Y me las contarás todas. Pero en casa...
Duclack: -Ya no nos vamos a separar nunca. ¿Quieres que sea tu mamá para toda la vida?
Pradito: - ¡Sí!
Duclack: - Te quiero mucho, pequeñaja.
Pradito se despidió de todas las monjas rápidamente y recogió sus cosas. Sor Mª Brígida, Sor María y Sor Josefa salieron a despedirnos a la puerta.
Sor Adoración desde la cocina también quiso darnos su último adiós.
Eva y sus incondicionales cotillearon desde la ventana superior del dormitioro. Se morían de rabia  de ver qué ahora tendría una madre pirata. Había hecho realidad su sueño del que tanto se habían reido.
Yun también se asomo a otra ventana y con lo comedida que era esta vez gritó bien fuerte deseando a Pradito lo mejor.
Pradito no soltó ni una lágrima. Estaba deseando dejar ese lugar. Aunque echaría de menos a Yun y tal vez a alguna monja que había tenido un trato mejor con ella.
Sebastián recibió a Pradito con un fuerte abrazo.
Pradito: - Ya estoy aquí otra vez.
Sebastián: - ¡Seeeeh!
Había ordenado a Sebastian acondicionar el cuarto rosa y lila para ella.
Duclack: - Desde ahora esta será tu habitación. No puedes dormir más en la de invitados y como esta te gustaba tanto. Yo dormiré en la de arriba.
Pradito: - ¡El barco de vela grande!
Sebastián ha ido a comprarte algunos juguetes, para que puedas entretenerte y tener con qué jugar cuando vengan tus amigos.
Pradito: - ¡Gracias!
Una capitana pirata, un fiel mayordomo, un leopardo y una niña dinamita, esa era mi familia. Diferente, sí, pero auténtica y feliz. Nos esperaban muchas nuevas aventuras juntos. No os las perdáis.
FIN

1 comentario:

  1. He de decir que deseaba que esta historia durase mil entradas, es que me encanta. He sentido lo mismo que cuando leo un libro y termina, que te quedas con ganas de más. Suelo sentir tristeza por no saber más de los personajes, acostumbrado a conocer sus vidas y sus pensamientos. Con esta historia al menos eso no será así, tenemos Duclack, Sebastián y Pradito para muuuuchos años. Adoro a Pradito. Creo que en realidad necesitábamos a Pradito, debía aparecer y estaba esperando el momento oportuno para parecer. Me gusta esta familia, que no es la clásica familia, que está muy bien, pero ya están muy vistas. La familia de Pradito es única, diferente y para mi, inmejorable. El momento en el que Duclack acepta adoptarla, es un momentazo inolvidable. Adoro ese momento. Y cuando aparece por sorpresa y Pradito se piensa que solamente viene a visitarla. Debía volver, tanto Duclack como Sebastián la quieren mucho y ya no pueden vivir sin ella. Duclack sin duda es una madraza y Pradito no podrá ser más feliz. Espero que sigas, con otra historia, pero que sigas colgando más capítulos, son la energía para mi día a día. Gracias por hacerme partícipe de esta historia, por hacerme reír y emocionarme. ¡¡¡Desde ya soy fan de Pradito!!!

    ResponderEliminar