domingo, 19 de agosto de 2018

Cambios: Capítulo 1: Días difíciles

Después de un largo viaje, en el que tuve tiempo para darle vueltas a toda mi relación con Sebastián y los últimos días...
Llegamos a eso de las once a casa.
Duclack: - Ya hemos llegado, Pradito.
Pradito: - ¡Qué corto se me ha hecho!
Duclack: - Claro has ido todo el tiempo durmiendo.
 Estaba agotada. Dejé a Prado en el salón viendo sus dibujos preferidos y me fui derecha a la cama.
Sentía un gran vacío en mí. Iba a costarme volver a acostumbrarme al silencio y la soledad. Seguía sin entender por qué todo había terminado. Mi corazón deseaba volver a ver a Sebastian, abrazarlo y olvidar todo lo que complicaba nuestra relación pero mi cabeza me decía que había tomado la decisión correcta.
 A mediodía me levanté, sin ganas, para hacer algo de comer para Pradito. Yo no tenía hambre. Preparé deprisa unos macarrones con atún.
 A Pradito no le gustaron. También echaba de menos a Sebastián y su cocina. Me culpabilizó por habernos ido del pueblo y haberlo dejado allí.
Pradito: - ¡Sebastian no está con nosotras por tu culpa! ¡Eres una egoísta! No me has dejado ni que me despida de él ni de Cristian ni de nadie. ¡Te odio! ¡Y odio tus guarros macarrones! ¡No sabes cocinar! ¡No sabes nada!
 Duclack: - Mientras estés en esta casa, tendrás que aguantarte con mis guarros macarrones. ¡Y no quiero que vuelvas a hablar de Sebastián delante de mí!
 Me eché de nuevo encima de la cama y me puse a llorar. Iba a ser más difícil de lo que pensaba. Ahora no estaba sola del todo. Pradito dependía también de mí y mis decisiones podían dañarla también.
 Me quedé en la cama el resto de la tarde. Mi fiel Tinger vino a hacerme compañía. Era reconfortante al menos poder acariciar su pelo en momentos de angustia.
Ya casi era de noche cuando Pradito se presentó en mi cuarto.
Pradito: - Mamá... Yo...
Pradito:  - ¡Siento haberte dicho todo eso! ¡No es verdad! Yo te quiero mucho.
 Duclack: - Pradito, yo también te quiero mucho. Ya no llores. A veces cuando estamos enfadados, decimos cosas que no queremos decir pero ya está... La verdad es que los macarrones salieron muy malos...
Pradito: - Bueno, yo también no tenía mucha hambre, porque me comí una bolsa de chuches antes... Además he probado comida mucho peor que la tuya. Papá no sabía cocinar pero yo aprendí a hacer algunas cosas. ¡Puedo preparar yo la cena!
Duclack: - Te diré lo que haremos. Esta noche pediremos pizza.
Pradito: -¿Y veremos una peli juntas?
Duclack: - Sí, si quieres.
Pradito: - ¡Tienes que levantarte entonces ya!
 Pradito: - ¡Bien, pizza!
 Los días pasaban y yo seguía sin muchas ganas de hacer mucho más que pasar la mayor parte del día en la cama. Me levantaba a veces por Pradito. Y otras me relajaba tocando el piano.
La música me hacía evadirme de todo.
Era como si consiguiera fusionar mi alma con las notas. 
 Una mañana Sus se presentó en casa sin avisar. Había estado llamando por teléfono los últimos días. Estaba preocupada por mí. Pero no había tenido ganas de ponerme al teléfono y Prado siempre le decía que no podía ponerme.
Sus:  - Hola Pradito. ¿Estás sola? 
Pradito: - No... Mamá está arriba... durmiendo...
Sus: - Es un poco tarde para andar en pijama... ¿Has comido ya?
 Pradito: - ¡Sí! ¿Sabes? Ya sé cocinar. Me he hecho una tortilla con mermelada de naranja y ketchup.
Sus: - Esto está hecho un desastre... ¡Ainss!
 Sus: - Voy a ver Duclack. Cuando baje, tú y yo nos encargaremos de recoger todo esto.
Sus: - Duclack...
Duclack: - Ehh... déjame.
Sus: - ¡Duclack! ¡Soy yo! ¡Sus!
 Duclack: - ¿Sus?
 Sus: - ¿Qué está pasando? ¡Llevas días desaparecida! ¡Te llamo y no contestas al teléfono! ¡Duclack, ahora mismo me vas a contar todo lo que ha pasado en tu viaje al pueblo!
Duclack: - Sus... Tenías razón. Sebastián... yo...
Sus: - ¿Pasó algo entre los dos?
Duclack: - Sí... Pero ahora todo ha terminado... Él ya no volverá...
Sus: - Me parece fatal que no me hayas llamado lo primero de todo. ¡Para qué están las amigas! Estás mal y te encierras en tu cueva y no quieres saber nada de nadie. ¡Duclack! Yo podría haber venido antes, escucharte, tomarnos un helado juntas y analizar la situación. Además... ¿has visto cómo está la casa y Pradito? ¡Ella ahora es tu responsabilidad! ¿Acaso quieres que te la quiten? ¡Recuerda que aún estás en periodo de prueba para su adopción! ¿Qué tal si en vez de ser yo es una inspección de servicios sociales?
Duclack: - No, ella es la única que me da fuerzas para seguir adelante... No soportaría que también se la llevaran.
Sus: - Pues entonces, levanta de esa cama, mueve el culo y lo primero de todo date una buena ducha para despejarte. Mientras tanto yo me encargaré de poner un poco en orden esta casa.
Sus: - ¡No había visto nunca tantos cacharros acumulados en el fregadero!
Sus: - ¡Geniaal ¡Sólo queda el suelo! Menudo repaso le he dado a toda la cocina...
 Sus: - ¡Listo!
 Mientras tanto yo tomé esa ducha que me sentó bastante bien.
Sus: - ¿Y ahora me vas a contar todo?
Duclack: - Sí, te lo contaré. He vivido unos días maravillosos. Sus, he descubierto en Sebastian el verdadero amor pero también ahora su lado más amargo...
Sus: - Cuéntame...
Duclack: - Había magia entre los dos... Su familia es un encanto. Me hicieron sentir una más... Trabajé en la granja con él. Me enseñó todo. Un día dimos un paseo a caballo por el bosque y... ¡Oh Sus!...
Después de hablar con Sus tranquilamente, me encontré mucho mejor. 
Al día siguiente quedamos para salir con Lilu. La pobre tampoco lo estaba pasando bien en estos momentos. Desde la vuelta del crucero, no levantaba cabeza. Duque la había dejado en el momento más inoportuno y ahora se encontraba completamente perdida después de siete años de relación. 
Llamé a mi padre, para que se quedara con Pradito. No tener servicio se había vuelto en un gran problema. Afortunadamente aceptó encantado. Antes de marcharme hablé con Pradito. Aquellos días no había estado demasiado bien con ella.
Duclack: - Pradito, sé que no he estado al cien por cien estos días. Quiero darte las gracias por tu apoyo, aún sin entender las cosas. Sé que te debo una explicación. 
 Una vez más, Pradito me demostró que era mucho más madura de lo normal en una niña de su edad.
Pradito: - No tienes que decirme nada, mami. Tú decidiste que lo mejor era venirnos y sé que tienes tus razones. Yo estaré a tu lado siempre, pase lo que pase.
Emocionada la abracé fuerte.
                    CONTINUARÁ

1 comentario:

  1. Ayy que capítulo tan bonitooo. En primer lugar, da gusto ver la casa de Duclack, impone. La discusión entre Duclack y Pradito me había dejado mal cuerpo, menos mal que lo solucionan. Es una niña y no comprende según que cosas, pero al final entiende que su madre tiene sus razones para haberse marchado así. Duclack entra en una ciclo de tristeza y desgana, tumbada en la cama lamentándose por lo ocurrido. Es lo más normal del mundo, es muy duro. Me encanta que Sus haya ido a ver que ocurría con su amiga y ha puesto un poco de orden, ayudando a Duclack y animándola a luchar por Pradito y por ella misma. Se nota que la quiere mucho, como a una hermana. Pone orden en la casa y consigue que hable y así se desahogue un poco. Tiene razón en cuanto a Pradito, la podría perder estando en periodo de pruebas y eso, sería un palo demasiado fuerte para las dos. Está siendo muy duro para las dos, pero en especial para Duclack. Ains, y mucho me temo que se aproximan más tormentas...

    He devorado el capítulo en un momento, ¡¡quiero más!!

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