viernes, 10 de agosto de 2018

Sebastián: Capítulo 11 - El rodeo

El jueves era fiesta en el pueblo. El día del rodeo era una de las fiestas populares esperada por grandes y pequeños. Llevaban caballos salvajes y los mozos más atrevidos trataban de demostrar su fuerza y valor aguantando sobre ellos el máximo tiempo posible. Sebastián, Miguel, Teo, Pradito, Cristian y yo nos acercamos al lugar del rodeo
Teo no paraba de hacer fotos, que esperaba poder vender después a una de las revistas en las que colaboraba.
Los caballos salvajes eran preciosos.
Sebastián: - Estás guapísima vestida de vaquera.
Duclack: - Tú también con esa camisa de cuadros.
Miguel nos contó que el rodeo estaba monopolizado. Los últimos años siempre ganaban Cayetano y la Juani, que eran los que más caballos tenían en sus tierras y mejor sabían montar.
Sebastián: - Es una fiesta absurda... Nunca me ha gustado. No respetan a los animales...
Duclack: - Veo a muchos machitos aquí.
Los caballos estaban en el cerco y los lugareños se amontonaban alrededor.
Lanzando algunos gritos de júbilo y desafiándose unos a otros.
Emma: - Abuela, por favor... Estoy bien. Podré aguantarlo...
Abuela: - Emma...
Sebastián saludó desde la distancia a un grupo de jóvenes con tupés que estaban enfrente nuestro.
A su lado su prima Ángela se encontraba con Susana y Flavia.
Algunos ancianos recordaban sus proezas sobre los caballos cuando la juventud y el vigor los acompañaba.
Por fin comenzó el rodeo. El primer valiente se subió sobre uno de los caballos. 
Cayetano: - ¿Qué, Sebastián? ¿Vas a atreverte a subir a uno? ¿O sigues siendo una nenita?
Escuché como el marido de la Juani incitaba a Sebastián a participar en el rodeo.
Sebastián: - Sabes que siempre fui mejor montador que tú.
Cayetano: - No es eso lo que pensó la Juani cuando se casó conmigo, jojojo... Ahora no hay quien me haga sombra.
Sebastián se picó y fue hacia los caballos en un alarde de orgullo.
Duclack: - ¡Sebastián! ¡Es peligroso! ¡No entres a trapo con ese idiota! ¡Si ni siquiera te gusta esta fiesta!
El primer mozo cayó al suelo sin apenas aguantar nada. Cayetano eligió el mismo caballo negro que lo había tirado para subir demostrando así su superioridad sobre él. Sebastián se fue hacia uno marrón de pelaje rubio.
La Juani, vestida de vaquera, seguía atenta la competición entre su marido y su antiguo novio.
Cayetano: - ¡Yijaaaaaaaa!
El caballo de Cayetano se revolvía y levantaba pero él seguía pegado a él demostrando su poderío. Sebastián trataba de dominar el suyo con menos brusquedad.
De pronto el caballo de Sebastián se puso a dos patas. Intentó aguantar el tipo con sombrero en mano pero no pudo más...
Y cayó al suelo...
Duclack: - ¡¡¡Sebastián!!! ¡¿Estás bien?!
Al verlo allí tendido en el suelo y sin moverse, quise saltar al ruedo pero Teo me detuvo.
Teo: - ¡Estás loca! ¿Qué quieres? ¿Que uno de esos caballos te pisotee?
Sebastián se revolvió dolorido.
Sebastián: - ¡Ahh!... Estoy bien, tranquila...
Desde lo alto de su caballo, Cayetano eufórico se burló de él.
Cayetano: - Pringado... Pensabas que podías ganarme a mí. Jojojojo
Justo en ese instante su caballo cayó también al suelo arrastrándolo a él.
Cayetano: - Grrr...
Cayetano: - Por pocos segundos pero te he ganado, piltrafilla. Las clacks y los caballos siempre me prefieren.
Duclack: - ¿Te encuentras bien?
Sebastián: - Sí, sólo herido en el orgullo. Odio a ese tipo...
Duclack: - No estés triste. Es un imbécil redomado. No necesitas demostrar nada. Para mí eres un diez en todo.
Sebastián: - Hehe...
Los mégafonos anunciaron el turno femenino para subir a los caballos.
Miguel: - Ahora ganará la Juani, como todos los años. Miradla, ahí va...
La Juani salió decidida con su faldita de vaquera y su sombrero.
Duclack: - ¿Es esa? Hoy no se ha alisado el pelo.
Flavia y otra joven del pueblo salieron también al ruedo.
Duclack: - No pienso permitir que se lleve el título otra vez esa víbora.
Miguel: - ¡Bravo, Duclack! ¡Valiente! ¡Defiende el honor de la familia!
Subí en el único caballo libre, el blanco de pecas que anteriormente había visto en el establo de la granja. La primera impresión entre él y yo no fue mala. Pareciera que me reconoció y logré hacerme con él. Flavia fue la primera en no resistir el trote del caballo.
Emma, la jovencita rubia, pese a ser una experimentada jinete, perdió el equilibrio también.
Quedábamos la Juani y yo, frente a frente, un duelo de dos clacks, pasado y presente de un mismo click.
La Juani: - No lograrás ganarme, forastera. Llevo montando desde los cinco años. Y tú sólo eres una clack de ciudad.
La Juani se acercó a mi caballo espantándolo de una patada. Perdí el equilibrio y quedé enganchada con medio cuerpo colgando.
Duclack: - No puedo más... Voy a caer...
Sebastián: - ¡Vamos Duclack, amor mío, sé que puedes!
Teo: - ¿Amor tuyo?
Pradito: - ¡No caigas! ¡Tú puedes, mamá!
Duclack: - (¿Mamá? Es la primera vez que Pradito me llama así).
Mis dos amores, Sebastián y Pradito, me dieron las fuerzas para subir de nuevo al caballo en un impulso.
 Pradito me había llamado mamá delante de todos. No me importaba que hubiera podido meter la pata delante de Miguel y la familia y amigos de Sebastián, allí presentes, lo único que me importaba era que me había dicho mamá. Estaba muy emocionada.
La Juani se enfureció al verme subir de nuevo. Su caballo relinchó y se encabritó...
Tirándola al suelo.
Duclack: - ¡Soy la ganadora!
Duclack: - ¡Seeeeh!
Me lancé a los brazos de Sebastián que me felicitó estrechándome y besándome.
Sebastián: - ¡Esa es mi clack!
Teo: - ¡Ehh! Parece que estás muy metido en tu papel. Ya vale de tanto achuchón y besos.
Miguel: - ¡Has derrotado a la Juani!
Cristian: - ¡No me lo puedo creer!
Pradito: - ¡Es la mejor!
Miguel: - Salvó el honor de la familia.
Los megáfonos anunciaron que se entregarían a los ganadores un ramo de flores y un corderito como premio. Ahora el turno del toro para los más atrevidos.
Jonny: - ¡Ey, Sebastián! Preséntanos a tu novia, ¿no? Desde que te has hecho de ciudad, ya no te acuerdas de tus amigos.
Sebastián: - ¡Chicos! Duclack, ellos son mi pandilla: Jonny, Isma, Dani, Perico y Monchi.
Mientras tanto Teo quiso tomar una foto de cerca del toro y no midió los riesgos.
Duclack: - Encantada de conoceros.
Pandilla: - Holaaaa
Jonny: - Menuda cura de humildad le has dado a la Juani.
Isma: - Ya era hora de que alguien lo hiciera.
Monchi: - Debe estar rabiando.
Dani: - Eres nuestra diosa.
Perico: - ¡También por lo guapa!
Duclack: - Graciasss
Al toro no le gustó el flash en toda la cara y fue detrás de Teo, que tuvo que salir corriendo.
Isma: - ¿Vendréis a la fiesta del sábado? La pequeña de los Picantillos celebra su cumpleaños en el rancho de su tío. Iremos todos.
Sebastián: - Yo estoy ya desconectado de fiestas.
Jonny: - ¡Animaos! Lo pasaremos bien. Y ya es hora de que dediques algo de tiempo a tus colegas. Nos tienes que contar todo sobre tu vida en la ciudad.
De fondo se oían quejidos y gente gritando al toro.
Duclack: - ¿Iremos?
Sebastián: - No creo... Paso de fiestas...
Duclack: - Parecen buenos clicks tus amigos. Podríamos ir...
Sebastián: - Bueno, si así te apetece... ¡Ey, ese no es Teo!
Teo: - ¡Ayyy! ¡Mi cámara!
Sebastián: - ¿Pero qué te ha pasado?
Teo: - Me duele todo el cuerpo. ¡Menudo revolcón me ha dado el toro!
Sebastián: - Has perdido una chancla.
Teo: - Y mi cámara...
Miguel: - ¡La tengo!
Duclack: - Pffff... Creo que será mejor que volvamos a la granja...
Sebastián: - Sí, aquí está todo ya muy visto... Nunca he entendido esta diversión con los toros...
                           CONTINUARÁ

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