jueves, 2 de agosto de 2018

Sebastián: Capítulo 3 - Viaje al pueblo

Una semana después teníamos las maletas hechas y todo a punto para emprender nuestro viaje. Sebastián y yo habíamos podido hablar mucho acerca de cómo afrontaríamos juntos a su familia y el papel que me tocaría interpretar frente a ella. Haríamos pasar a Pradito por mi sobrina. Pradito también entraba gustosa en el juego.
Cerramos la puerta de la casa y nos dirigimos como primera parada a casa de Diamante y Sus.
Duclack: - Estas son las llaves. Tinger tiene comida y agua de sobra para al menos dos o tres días. Pero cuando vayáis a regar las plantas, le echáis un vistazo. El comedero lo tiene en el salón. Y su comida está en el cuarto de la plancha. Con sacarlo dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche es suficiente. Si veis que se acumula el correo por la propaganda que echan, aquí está la llave del buzón también.
Sus: - Tranquila, a nosotros no nos cuesta nada tampoco de paso sacarlo. Con tantos robos como ahora hay en verano, no conviene que vean el buzón lleno.
Duclack: - Gracias Sus. Eres una hermana para mí.
Pradito: - ¿Puedo despedirme de Suselle?
Sus: - Claro, están arriba. En la cocina.
Duclack: - Sí, yo quiero darle también un beso a Diamante.
Sus: - Diamante está con el electricista y los pintores arriba. Tenemos una montada con la obra... Sube y ves cómo va... Yo tengo más ganas de que terminen ya.
Sebastián: - Yo os espero aquí.
Duclack: - Ha dicho que Suselle y Dante están en la cocina. Espera, los saludo también y ahora sigo subiendo.
Duclack: - ¿Cómo estáis, niños?
Dante: - ¡Bien!
Duclack: - ¡Vaya coche más chulo, Dante!
Dante: - Es nuevo. Me lo ha regalado mi tío Wen.
Suselle: - ¡Pradito! ¡Ya te han quitado la escayola!
Pradito: - ¡Suselle! ¡Sí, el médico me ha dicho que ya podía darme el aire en el brazo! Menos mal... Me picaba más y daba un calor...
Duclack: - ¡Diamante!
Diamante: - ¡Duclack! ¿Qué te parece?
Duclack: - Habéis hecho una planta nueva totalmente.
Diamante: - Sí tuvimos que quitar el tejado de la otra y subir una planta más. Se nos había quedado pequeña la buhardilla. Ahora está el electricista poniendo las luces.
Diamante: - ¿Y tú? ¿Cómo es eso qué te vas al pueblo de Sebastián?
Duclack: - Una larga historia... Ya os contaré más despacio. De momento necesito desconectar.
Diamante: - Te vendrá bien. ¿Y el otro? ¿No ha vuelto a dar señales de vida?
Duclack: - No, no sé nada de él desde hace casi diez días. Pero tampoco quiero saber. Me dio a elegir entre Pradito y él. Y yo ya he elegido.
Diamante: - ¡Qué canalla! A ver si me lo cruzo... ¡Le voy a decir cuatro cosas!
Duclack: - No, por favor, Diamante. Prefiero que no te metas. Estoy bien, de verdad. Me duele y lo echo de menos, claro. Pero algo en mí me decía que no teníamos futuro.
Diamante: - Ven, que te enseño las habitaciones.
Diamante: - Aquí vamos a poner una salita para ver la tele o comer más recogidos. Con un sofá cama para los invitados. Ya lo hemos visto en el Klikea y es azul... ¡chulísimo!
Duclack: - Está quedando muy bien. Y me gusta que tenga el balcón. Le va a dar mucha alegría.
Diamante: - Y aquí irá el dormitorio nuestro. Así tenemos más intimidad, ahora que los niños han crecido. Además a ellos les dejamos la buhardilla entera que dividiremos en dos cuartos y ya no tienen que compartir pero están al lado uno del otro.
Duclack: - Está muy bien pensado. Me gusta.
Diamante: - Y aquí en el baño hemos cerrado las dos ventanas que había en esta pared Para un baño era excesivo tantas ventanas por todas partes. Apenas teníamos privacidad.
Duclack: - Ya le he dejado las llaves a Sus y le he explicado lo de Tinger aunque tú sabes mejor sobre él.
Diamante: - Tranquila, yo voy a sacarlo todos los días. Tinger y yo siempre hemos sido buenos amigos.
Duclack: - ¡Pradito! ¡Venga que nos vamos!
Diamante: - Bajo con vosotras.
Suselle: - Te voy a echar de menos. Pásalo muy bien.
Pradito: - Y yo a ti. Cuando venga, te contaré todo.
Diamante: - Bueno, pues traednos algo del pueblo. A ti te dejo de encargada, Pradito.
Pradito: - ¡Vale!
Sus: - Pasadlo muy bien y no os preocupéis de nada, que Tinger y las plantas van a estar bien. Vosotros a disfrutar.
Duclack: - ¡Hasta pronto! ¡Y gracias por todo!
Diamante: - ¡Buen viaje!
Pradito: - ¡Nos vemos a la vuelta, amiga!
Sus: - Vamos para dentro.
Suselle: - ¡Adiós, Pradito!
Dante: - Ya se van... ¡Menuda chula! ¡Qué se creerá porque se va al pueblo y los demás no tenemos vacaciones por las malditas obras!
Suselle: - ¡Cuidaré bien de Tinger por ti!
Llegamos a la estación de autobuses con el tiempo justo. El conductor estaba fuera fumándose un cigarro. Abrió el maletero, para que los pasajeros con maletas y bultos grandes fuéramos subiendo las cosas.
Sebastián: - Dadme las maletas.
Viajera: -  ¿Me podrías colocar la mía también, por favor? Me pesa tanto...
Sebastián: - Claro, deme... ¡Sí que pesa, sí!
Viajera: - Muchas gracias.
Sebastián: - No hay de qué. A mí no me cuesta nada.
Viajera: - ¡Qué amable eres! Como te he visto que estás bien fuerte, me he atrevido a decírtelo... Se nota que irás al gimnasio...
Sebastián: - No, al gimnasio no. Pero me cuido y me gusta hacer deporte...
Viajera: - Se nota, sí...
Duclack: - (¿Y esta descarada de dónde ha salido?)
Sebastián: - ¿Quiere el agua o algo, capitana?
Duclack: - No.
Pradito: - ¿Estás enfadada? (Duclack niega con la cabeza)
Pradito:- Pues tienes cara de enfadada...
Sebastián: - Sí, la verdad es que la tienes, hmm...
Duclack: - ¡Pues no lo estoy! ¡Y siéntate bien de una vez que te vas a caer en un frenazo!
Sebastián: - ¡Upps! (Mejor me pongo los cascos y me callo).
Pradito: - Vale...
El autobús salió puntual de la estación. El pueblo de Sebastián estaba a casi cinco horas. Durante el trayecto tuvimos tiempo de picotear algo.
Pradito: - ¿Queréis Doritos?
Duclack: - A ver, dame unos pocos.
Sebastián: - Yo llevo Donuts y patatillas. Y si queréis agua, aún está fresquita.
También tuvimos tiempo de quedarnos amodorrados algún rato.
Por fin el autobús llegó a nuestra parada.
Si es que aquello podía considerarse una parada. Eché un vistazo de reconocimiento del lugar y sólo vi campo y más campo a mi alrededor.
Sebastián nos ayudó a bajar.
El autobús se marchó y nos dejó allí, en medio de la nada.
Duclack: - ¿Está cerca la granja de tu familia?
Sebastián: - Tenemos que andar un poquito... Esta es la parada más cercana...
Echamos a andar cargados con las maletas. Debimos hacer más de dos kilómetros. Pradito se cansaba y Sebastián la llevaba cargada junto a su maleta.
Duclack: - ¿Estás seguro de que por aquí hay civilización? Llevamos un buen rato caminando...
Sebastián: - Sí, es por aquí. Un poquito más...
Ya no podía más, nos sentamos encima de las maletas Pradito y yo, negándonos a continuar. Con ese calor, hundiéndonos en la tierra y cargadas era insoportable. Empecé a rezar por un milagro que nos transportara automáticamente hasta nuestro destino.
Sebastián: - ¡Vamos, chicas! Ya casi hemos llegado...
Por suerte el milagro llegó.
Sebastián: - Pues vais a tener suerte...
Pradito: - ¡Un burro!
Sebastián: - Quizás ya no tendréis que andar más.
Duclack: - ¿Estás pensando en subidnos ahí?...
Severiano: - ¡Soooooooo! ¿Eres nieto de la Venancia y el Casimiro?
Sebastián: - Sí, soy Sebastián. De los mellizos.
Severiano: - ¡Ahhhh! ¡Pero tú no eres el bailarín! No, yo soy el otro... ¡Subid que os llevo! ¡Qué aún os queda buen trecho y voy en esa dirección.
Duclack: - ¡¡¡Gracias!!! Y decías que ya estábamos cerca...
Sebatián: - Jeje... No os quería desanimar...
Severiano: - Tú eres el que estaba novio con la Juani.
Sebastián: - Sí...
Severiano: - A esa y a su familia les ha gustado siempre más el dinero que a un tonto un caramelo. Yo le eché los tejos a su abuela y me dijo que sí un día y al día siguiente salió a la puerta y me dijo que no... No le convine, se ve... Jojojojojo...
Severianos: - ¡¿Vais bien ahí atrás?!
Duclack y Pradito: - ¡Sííí!
Severiano: - Bueno, ¿y ahora estás novio? Me lo dijo tu abuelo que te iba muy bien en la ciudad...
Sebastián: - Sí, no me va mal...
Severiano: - Se ve muy buena moza, ¡Ehhhh,! (guiñándole el ojo) Jojojojo...  ¿Y la niña quién es?
Duclack: - Es mi sobrina...
Severiano: - ¡AHHH! Ná, si yo es por dar conversación, que no creáis que me gusta enterarme por chinchorrear... Eso a las viejas del pueblo...
Duclack: - Ya...
Pradito: - Menudos saltitos da esto, voy a echar los Doritos...
Duclack: - Aguanta que ya nos queda poco... Yo cada vez que cogemos una piedra, me clavo una tabla en el culo... ¡Verás los moratones!
Pradito: - Jajajajajajaja
Severiano: - ¡Ya estamos en la granja de los Ciórraga! ¡SoooooOOOOOOOOOO, Luciaaana!
Sebastián: - ¡Muchas gracias por acercarnos, don Severiano!
                                              CONTINUARÁ

1 comentario:

  1. Ayyy, tengo tantas cosas que resaltar. En primer lugar la despedida en casa de Sus y Diamante. Me muero de la envidia jooooo, yo quiero la ampliación ya. Espero que me la pueda comprar pronto. La casa queda genial, Diamante nos enseña los adelantos de los albañiles, que la pobre Sus está agobiada y deseando que terminen jajaja. Ay, de verdad que me muero por tenerlaaa. Me encanta la complicidad entre Duclack, Sus y Diamante, y la que hay entre Suselle y Pradito. Si es que cuando una amistad es verdadera, se nota. Me encantan las fotos. Luego tenemos el viaje al pueblo. Lo que me he reído cuando Duclack se enfada jajajaja, ¡está celosa! Estamos pasando una temporada de personajes celosos en las historias jajaja. Esa mujer es un poco descarada, se notaba que intentaba ligar con él, sin éxito. Duclack se cabrea y lo paga con Pradito jajajaja. Me gusta el detalle que Sebastián se sorprenda y se ponga los auriculares para desconectar. No pasan hambre, esos donuts, los doritos...me fascinan esas cosas. Llevan un buen cargamento para comer. Yo soy de esos, siempre llevo conmigo donuts, cruasanes o magdalenas de chocolate en mis viajes jajaja. Los pobres no hacen más que caminar cuando llegan, cansadísimos. Parece un lugar inhóspito. Menos mal que se encuentran con ese hombre tan simpático, aunque un poquito chafardero y los lleva. Le gusta Duclack y no tiene mucho tacto sacando temas...hablando de la Juani como si nada. Aunque al menos destapa que le gusta mucho el dinero y que toda esa familia es igual. A ver cómo sigue, está muy interesante y estoy deseando saber la reacción de la familia cuando los vean llegar. ¡Me fascina la historiaaaa!

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