lunes, 6 de agosto de 2018

Sebastián: Capítulo 7- La bodega

Al día siguiente después de almorzar, fuimos a la bodega familiar. Pradito y Cristian nos acompañaron.
La puerta de entrada era vieja y le faltaban algunas tablas, por lo que se podía ver algo del interior.
Sebastián: - Está ahí mi prima.
Sebastián: - ¿Se puede?
Ángela: - ¡Primos!
Duclack: - Holaaa
Ángela: - Estaba analizando unas muestras.
Duclack: - ¡Wow! ¡Es increíble este lugar... ¡Cuántos botes y frascos!
Ángela: - Pues eso no es nada con la cantidad de botellas y barriles de vino que aquí se almacenan.
Pradito: - ¿Todo es vino?
Ángela: - Sí, y todo hecho las uvas de nuestros viñedos.
Pradito: - Podríais hacer también coca cola de la tierra...
Ángela, Sebastián y Duclack: - Jajajajajajajaja
Ángela: - Pasad por aquí y os enseño...
Ángela: - Estos barriles de madera de roble conservan perfectamente el vino.
Ángela: - Hay barriles que tienen más de veinte años. Los tenemos ordenador por antigüedad y el precio va subiendo dependiendo de los años y del tipo de uva.
Duclack: - Esto es laberíntico...
Pradito: - Y hace fresquito aquí.
Ángela: - Sí, es fundamental la temperatura para conservar bien el vino. Con más de veinte grados se echaría a perder.
Ángela: - Ahí tenemos unas botellas muy especiales. Son las más antiguas. Las hizo el padre de nuestro abuelo Casimiro.
Duclack: - Hmmm... Una botella de estas en un restaurante te vale un pastón.
Ángela: - ¿Queréis probar el tinto? Este de la cosecha de hace dos años es buenísimo. Os lleno una botella, para que os la llevéis.
Ángela: - Sé que Sebastián no es mucho de vinos. Pero haz una excpeción. Ya veréis como os gusta.
Sebastián: - Muchas gracias, prima.
Ángela: - ¡Cuidado con esas tinajas, niños!
Duclack: - ¿Y trabajas tú aquí sola?
Ángela: - Es más bien un trabajo en equipo. Mi padre viene mucho por aquí, mi madre atiende en la tienda y mi hermana antes llevaba las cuentas, como estudió contabilidad y se encargaba de los pedidos. A mí siempre me ha gustado mucho este trabajo. Estudié químicas pero luego hice un master de enología. Aunque me gustaría vivir en la ciudad, esto es muy pueblo para algunas cosas, no pude rechazar la oportunidad de trabajar en algo que me gusta y ayudar en el negocio familiar.
Ángela: - Llevaos también esta caja.
Sebastián: - ¡Gracias por todo!
Ángela: - ¡Eh! Esa garrafa también es vuestra.
Duclack: - ¡Gracias! Eres un encanto.
Sebastián: - ¿Vendrás a comer a casa un día de estos?
Ángela: - Sí, un fin de semana que estoy más libre, a ver si hacemos una de nuestras barbacoas familiares y nos juntamos todos.
Ángela: - Bueno, pues yo sigo trabajando...
Ángela: Tengo que etiquetar estos barriles...




                               CONTINUARÁ

1 comentario:

  1. La bodega es preciosa, y enorme. Me encanta cómo has creado los pasillos y las estancias, no le falta detalle. Me recuerda a las bodegas de las cavas que he visitado, en San Sadurní. Con esas botellas viejas y distintos barriles, pasillos fríos de piedra y con ese encanto que tienen los lugares así. Yo voto por hacer realidad la idea de Pradito, una coca cola de la tierra jajaja. Ángela es un encanto, se nota que disfruta con su trabajo. A lo mejor está un poco sola, pero le compensa. Yo tampoco soy muy amante del vino, pero no me importaría nada probar una botella de esas. Un capítulo cortito, pero precioso.

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