miércoles, 8 de agosto de 2018

Sebastián: Capítulo 9 - Paseo a caballo

Le había pedido a Sebastián montar a caballo algún día pero no habíamos tenido de momento ocasión para ello. Hacía realmente mucho tiempo que no subía a uno pero siempre me gustó la sensación de sentir esa unión con el animal. El domingo por la tarde Sebastián me propuso dar ese paseo juntos. En las cuadras tenían caballos de todo tipo. 
Sebastián: - Este de aquí es muy manso. Es el preferido de mis abuelos para llevar el carro de paja o tirar del de paseo.
Duclack: - ¿Y este?
Sebastián: - Ese no te lo aconsejo... Es un caballo salvaje que nunca ha sido adiestrado. Lo hemos traído para el día del rodeo. Una fiesta que se celebra todos los veranos en el pueblo. Si quieres, podremos ir a verla. Es el próximo jueves.
Miguel preparó la montura de los dos caballos.
Miguel: - Torina y tú os llevaréis bien.
Duclack: - Hace tanto que no monto... Voy con un poco de miedo.
Miguel: - Tranquila. Es una yegua con carácter pero puedes ir segura en ella. Sólo tienes que tirar de las riendas un poco cuando quieras que vaya más despacio y dos veces si quieres que pare.
Sebastián: - ¿Vas bien?
Duclack: - Sí...
Miguel: - ¡Pasadlo muy bien!
Sebastián: - Dale, Duclack.
Sebastián: - Iremos por el el bosque, así te enseñaré algo más de estas tierras. 
Duclack: - ¡De acuerdo! ¡Vamos, Torina!
Sebastián: - Me has engañado. Eres una gran amazona. Pensé que estabas mucho más verde al verte con tanta inseguridad al principio.
Duclack: - Es como montar en bici. Nunca se olvida.
Duclack: - Estos bosques son preciosos.
Sebastián: - No te hacen sombra en belleza... Duclack, quiero que sepas que te estoy muy agradecido por todo lo que estás haciendo por mí...
Duclack: - En realidad, tú estás haciendo mucho más por mí. Hacía tiempo que no me sentía tan a gusto en un sitio. ¿Sabes? Siempre he sido de estar poco tiempo en un mismo lugar. Supongo que porque nunca encontré mi sitio. Pero estos días contigo se me están pasando volando. Es como si por primera vez sintiera que estoy en mi sitio... a tu lado.
Sebastián: - Duclack...
Duclack: - ¡Te echo una carrera!
Duclack: - ¡El que llegue el último al final del camino limpia mañana los cerdos.
Sebastián: - ¡Espera, Duclack! ¡No me gustan esas nubes grises! ¡Se avecina... tormenta! ¡Upps, no me oyó!
Brrrrrrrrrplafchoooooooofbrrrrrrrrrr
Duclack: - Menuda se ha liado en un momento... Ven, Torina. Nos refugiaremos bajo este árbol. A ver si vemos a Sebastián.
Duclack: - ¡Por ahí viene!... ¡Perdiste!
Sebastián: - Los pensaba limpiar de todas maneras yo... Sé lo desagradable que puede ser y no pensaba permitir que tú te ensuciaras...
Duclack: - Gracias... Nos ha pillado toda la lluvia...
Sebastián: - Siempre me gustaron las tormentas...
Duclack: - A mí también...
Sebastián: - ¿No te dan miedo cuando se aproxima los rayos y suenan los truenos?
Duclack: - No... Me gusta el olor a tierra mojada y sentir que la naturaleza saca su carácter y se rebela al hombre...
 Sebastián me miraba con un brillo que nunca antes había visto en sus ojos.
Sebastián: - Duclack...
Duclack: - ... Sebastián...
De repente me rodeó con sus brazos. Nuestros cuerpos se acercaron más.
...Y me besó. Nuestros labios hacía tiempo que se buscaban y se encontraron allí, empapados por la lluvia en medio de aquel bosque.
En aquel momento no sé cuántas cosas pasaron por mi cabeza. Tampoco cuánto duró aquel beso.. Sólo sé que me dejé llevar, deseando que aquel instante mágico y ese beso no terminaran nunca. 
Sebastián no me decepcionó. Todo lo contrario. Besaba con tanta dulzura y pasión. Después de aquel beso para mí no podría existir nadie más capaz de ni tan siquiera igualarle y mucho menos capaz de hacerme sentir como él.
Seguimos un instante así, olvidándonos de la lluvia que nos calaba hasta los huesos, olvidándonos de todo y de todos... Sólo existíamos él y yo. Un cosquilleo bullía en mi estómago. Lo deseaba con todo mi ser. Desde aquel día que había entrado por la puerta en mi casa había sentido una atracción especial por ese click. Después había aprendido a admirarlo y a valorar todas sus virtudes. Ahora lo entendía. Había ido enamorándome de él poquito a poco, sin darme cuenta, esperando que llegara aquel día., por eso era incapaz de amar a otros clicks realmente.
Susurró mi nombre cerca de mi oído.
Sebastián: - Duclack...
Después me miró y sonrío.
Sebastián: - Vamos a pillar una pulmonía si seguimos aquí. Hay cerca un cobertizo de animales. Ven conmigo...
Corrimos hasta el cobertizo. Dejamos los caballos amarrados  en uno de los palos de madera.
Los dos reímos de vernos así, empapados y sin importarnos ni lo más mínimo. Era lo último en lo que pensábamos. La mirada de deseo y timidez a la vez de Sebastián incrementaba mi ansia por rozar mi cuerpo con el suyo.
Nos volvimos a besar allí de pie.
Y después... me cogió de la mano invitándome a ponernos cómodos en un montón de paja que había allí.
Me senté encima de él y seguimos besándonos y dándonos cientos de caricias. Deseaba tanto sus labios, su cuerpo... Deseaba sentirlo dentro de mí.
Sebastián se echó encima de mí. De repente paró sus caricias y se me quedó mirando como dubitativo por un segundo.
Sebastián: - Quiero sentirte toda, Duclack. Te deseo. Hace mucho tiempo que sueño con sentirte así. ¿Estás segura de que quieres que sigamos? ¿Quieres hacerlo?
Duclack: - Sí, estoy segura... Quiero... Yo también te deseo con todas mis fuerzas, Sebastián.
Sebastián: - Coló sus manos bajo mi falda y bajó por mi cuerpo besándome.
Me removí inquieta al sentir la presión de sus dedos y el roce de sus labios. Él paró para echarme una mirada pícara, me cogió una mano y siguió lo que había empezado.
Fuera seguía lloviendo. El caer de las gotas y los truenos ahogaron nuestros gemidos y compusieron junto a ellos la banda sonora de nuestra pasión.
Los dos nos entregamos sin reservas.
Sebastián y yo nos amamos como si no hubiera más mundo que él y yo.
Me encantó su forma de hacer el amor. Nunca antes me habían hecho sentir así, porque con él sentía eso, que hacíamos realmente el amor. Cuando nuestros cuerpos extasiados llegaron al climax, nos besamos otra vez y Sebastián y yo nos quedamos así, quietos y abrazados, viendo las últimas gotas de lluvia caer en el exterior con una sonrisa iluminando nuestros rostros.
Cuando nos encontramos con fuerzas y la lluvia paró por completo, nos vestimos.
Sebastián: - Quiero que sepas que para mí esto ha sido muy especial. Tú y yo hemos sido uno...
Sebastián: - Te quiero, Duclack. Me tienes en tus manos...
Regresamos a la granja de la mano, entre risas, bajo un resplandeciente arco iris en el cielo... aún embobados el uno con el otro.
La madre de Sebastián no nos quitó el ojo desde que llegamos. Sentía que podía adivinar sólo con ver nuestra cara lo que había sucedido entre los dos.
Cenamos y esa noche nos fuimos pronto a la cama. Los dos deseábamos el momento de compartir de nuevo esa cama pero esta vez para no dormir en toda la noche.
Sebastián leyó cada rincón de mi piel como si de un mapa se tratara...
Buscando siempre mi máximo placer y preocupándose por hacerme sentir bien en todo momento...
Me sentía tan bien entre sus brazos...
Perdimos todo pudor juntos...
Disfrutando de nuevos juegos amorosos que saciaran ese fuego que nos quemaba.
Aquella noche la consumimos completa en dar rienda suelta a nuestra pasión.
Los primeros rayos del sol sorprendieron a nuestros cuerpos abrazados y desnudos, colmados del frenesí. ¿Cómo cambiaría esto de ahora en adelante nuestras vidas?
CONTINUARÁ

1 comentario:

  1. No sabes las ganas que tenía de leer esta entrada. La leí anoche, cuando llegué a casa. Aunque era tarde, quería leerla. No pude comentar (no sé cómo se hace con el móvil, no me deja comentar con mi perfil). Yo creo que es la historia/capítulo más erótico que hemos hecho nunca. Recuerdo aquella entrevista de Sabrina, un poco subida de tono, pero nada que ver con esto. Has creado una situación perfecta para que ocurra algo así. El paseo a caballo, la tormenta (justo una tormenta como en mi historia, coincidimos en eso), es una pasada. Las fotos son muy sensuales y elegantes. Has demostrado cómo hacer fotografías eróticas con clicks (queda demostrado que se puede hacer), y además, cómo hacerlo con buen gusto. Juegas con la ropa, con las sábanas, con los brazos y las piernas creando unas escenas muy subidas de tono, pero sin enseñar nada, dando rienda a la imaginación a todo aquel que las vea. Pero lo mejor es leer la historia. Las fotos son una pasada, pero si las acompañas de este texto, tan erótico y romántico, atrapan todavía más. Yo creo que nunca habíamos visto a Duclack viviendo algo así. Es cierto que ha vivido historias de amor, pero ninguna se acerca a este nivel de pasión y sensualidad. Otra cosa que nos queda clara, Sebastián es un gran amante. ¡Duclack, no lo dejes escapaaaaaar! Ay Inma, no sé lo que tendrás pensado hacer, pero hasta yo me he enamorado de Sebastián y ya no quiero que desaparezca, y muchos menos de la vida de Duclack. No puedo estar más enganchado, no te lo digo por decir. ¡¡Quiero leer más!!

    ResponderEliminar